miércoles, 31 de octubre de 2012

The US election and Central America

By Héctor Silva Ávalos*


On October, 9th, President Mauricio Funes of El Salvador did something unusual for a Central American incumbet: he used a formal statement in front of US Ambassador to the country, Mari Carmen Aponte, to wish the “best of luck in the up-coming election” to President Barack Obama. It is no secret in Washington or in San Salvador that Funes had a close relationship with the Obama administration during the first two years of the Salvadoran first leftist President, one that took POTUS to San Salvador in 2011 as a part of his only trip to Latin America so far. The presidents also had a brief encounter in the Summit of the Americas in Cartagena last spring. Funes along with Honduran president Porfirio Pepe Lobo were, before that summit, the best followers of US policy related to the drug war in Latin America after newcomer Guatemalan President Otto Pérez flirted with the idea of legalizing marijuana as part of the drug conversation in the Americas, something Obama’s State Department has opposed fiercely. As expected, the summit changed nothing regarding the US-fueled drug war. What was evident after that summit, however, was  that the Obama´s already weak Latin American staff grew even lighter. With the presidential election approaching, the question is what the outcome will mean for Central American. Short answer: very little.

President Barack Obama visited in 2011 the grave of slain Salvadoran Archbishop Óscar Romero


The US has two main interests in the isthmus. One is combating the drug trade. The other, geopolitics: Hugo Chávez’s reelection in Venezuela has reinvigorated the prevailing narrative of U.S. conservatives, in which Latin American is only seen through a very superficial lens of  good guys and bad guys, one which ignores all the complexity of the new Latin America, and which is written mainly by the Cuban American lobby in Florida.

The drug issue is, of course, real; US Southern Command figures for 2011 reveal that 460-540 tons of cocaine came to the US markets through Central America, which is about 60% of US consumption. Since 2010, Honduras is the most prominent hub for drug traffickers. The political turmoil and the lack of state presence that are common in that country after the coup d´Etat perpetrated by the Army and some Honduran elites have exacerbated  impunity and fueled greater government corruption, extrajudicial killings and open control of territories by the narcos. The Obama administration’s policies for Honduras tried to follow the usual script, sending helicopters and counternarctotics interdiction money, but two lethal incidents have put the whole policy on hold. In Guatemala, Otto Pérez Molina, who came into the presidency as an open question for the US due mainly to doubts around his past as strongman for Guatemala´s Army, long known for human right abuses and dealings with druglords, has made Obama´s Washington uncomfortable. Another no-go in the drug trafficking map, where Guatamala´s Peten province is already grounding Mexican cartels operations and warehouses.

And then there´s the geopolitical issue. There are very few clues in the whole Washington electoral narrative about President Obama´s or Mitt Romney´s views on Latin America (aside the very vague statements the GOP´s candidate has thrown on trade with the region) or, even less, on Central America. Some clues might arrive by looking at the candidates’ staffs on the Americas. Romney´s Latin American team is, as in his entire foreign policy staff, marked by the hawkishness of the Bush administration and the close ties with the Florida lobby. It is seems likely that if the Republican wins, his State Department would play with the old Cuba-Venezuela narrative. Robert Zoellick, the CAFTA fixer in Washington some 8 years ago, is  close to the GOP campaign and has been mentioned as a potential cabinet member; that would increase the likelihood that Washington would press for a second chapter of neoliberal reforms towards the region. In Obama´s camp the question might be if a second term State Department will have a more out-of-the-box thinking when dealing with the unsolved agenda.

With Laura Chinchilla´s tenure in Costa Rica fading rapidly into lameduckness, with Ricardo Martinelli surrounded by embarrassing allegations of corruption, with the Northern Triangle in a very dangerous path towards uncontrolled violence and even more weakened states, and with Nicaragua´s economic tranquility providing no simple explanations, the next US President will face no easy task in the most violent region of the world which now faces, as Colombia did 20 years ago, the clear and present danger of succumbing to unlawful and unpredictable forces. In the years since the Salvadoran Peace Accord between the guerrillas and the Government sealed the Central American Cold War chapter, the US has not been paying attention. It doesn´t seem that that will change after November 6th.

*Research Fellow at the Center for Latin American and Latino Studies, American University, Washington DC.

sábado, 20 de octubre de 2012

El elefante y las cucarachas


Columna publicada el 9 de octubre 2012 en elfaro.net



Una cifra vale para iniciar este argumento: por El Salvador pasaron, en 2011, hasta 11 toneladas de cocaína según los datos públicos más recientes de diversas agencias estadounidenses. Once toneladas. De esas, según los datos que manejan entre otras oficinas el Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, al menos una se queda en territorio salvadoreño. El reporte público más reciente de la PNC habla de decomisos que no llegan a la tonelada. Matemática y lógica simples; pregunta simple: ¿qué pasa con las otras 9-10 toneladas que no son decomisadas o se quedan para el mercado local? La respuesta, simple también: esa droga es la que usa la porción salvadoreña del corredor centroamericano del narcotráfico, que en 2011 movió al menos 554 toneladas desde Suramérica hacia Estados Unidos, México y Europa. Esa droga es la que administran los narcotraficantes salvadoreños a través de diversas organizaciones, como la de Los Perrones o el Cartel de Texis. Esa droga, y el dinero asociado a ella, es el que ya infiltró al Estado salvadoreño, a su Policía, a su Ejército, a su Asamblea Legislativa, a su sistema judicial.

Así 2011. Algo ha cambiado en 2012 y, con seguridad, marcará tendencias en 2013: la Operación Martillo que el Comando Sur y la DEA llevan a cabo en Guatemala y Honduras. Martillo sigue, en esencia, el mismo guión escrito por Estados Unidos desde los días del Plan Colombia, que consiste en vigilancia aérea estadounidense e intercambio de inteligencia en el terreno entre la DEA y las fuerzas locales antinarcóticos con el fin último de detener el flujo masivo de droga hacia el norte. Clave, aquí, es la palabra masivo: a Estados Unidos le importa bloquear los flujos grandes, no lo que queda esparcido en la ruta.

Las críticas más importantes a este modelo -cada vez más explícitas en la opinión pública continental, incluso en EUA- es que los decomisos siguen sin impactar el flujo global en forma significativa, que el control del consumo en el mercado estadounidense es deficiente, que el modelo privilegia la interdicción y nunca ha atendido los efectos de infiltración en estados nacionales débiles como los centroamericanos y que, a la postre, la vigilancia segmentada de cualesquiera sean las rutas privilegiadas de tráfico en un momento determinado nunca es suficiente para evitar el llamado efecto globo, o lo que el profesor Bruce Bagley, de la Universidad de Miami, llama efecto cucaracha: “La fragmentación y dispersión de grupos de crimen organizado a lo largo de países y subregiones”; es decir, cada vez que se limpia una ruta, las cucarachas salen en busca de un nuevo hábitat, uno que reúna suficientes condiciones de suciedad, corrupción, debilidad estatal y paso libre, uno que les permita funcionar sin problemas.

No es arriesgado prever que, en el caso de El Salvador, ante la presión que Martillo ya empieza a ejercer en el Pacífico guatemalteco y al Atlántico hondureño, las cucarachas se moverán hacia nuevas zonas de confort, en este caso, hacia la esquina noroccidental que controla el Cartel de Texis, y hacia el litoral oriente, desde el Golfo de Fonseca hasta el estero de Jaltepeque, que siguen controlando miembros de la recompuesta banda Los Perrones.

Reportaje sobre Los Perrones publicado en La Prensa Gráfica
Todas las condiciones para que Texis, Perrones y otros grupos subsidiarios de traficantes que proveen armas, logística, medios para lavar dinero y vigilancia crezcan están ya ahí. Texis opera, por ejemplo, gracias a la escasa vigilancia policial y militar en su zona de operación, según lo reveló El Faro en dos entregas este año, y gracias a la connivencia de mandos policiales. Así, con protección policial y de algunos miembros de la Fuerza Armada, que les proporcionaron inteligencia y contravigilancia, crecieron Los Perrones hace una década. Hasta ahora, a pesar de varias denuncias públicas, pistas proporcionadas por la misma inteligencia policial y estatal, e intentos infructuosos de investigación administrativa, ningún oficial de la PNC o de la Fuerza Naval está preso por esa complicidad. Cuando, en agosto pasado, el Inspector General de la PNC cerró todos los expedientes abiertos contra oficiales de la Policía sospechosos de colaborar con el narcotráfico, con argumentos vagos e incluso contradictorios, abrió un poco más la puerta a la impunidad, y dejo claro, una vez más, que en El Salvador ellos, los narcos, pueden hacer.

La respuesta del Estado salvadoreño siempre ha sido débil. Desde que a finales de 2008, bajo la orden circular número 0009-12-2008, la Dirección de la PNC pidió un análisis estratégico sobre las amenazas del narcotráfico en El Salvador, ha habido persecuciones selectivas, motivadas más bien por intentos de extorsión desde el poder político a los narcotraficantes que por un afán real de cerrar las rutas. En estos últimos cuatro años las organizaciones de narcos más bien han crecido. Además de la recomposición de Los Perrones tras las capturas de Reynerio Flores y Juan María Medrano, y del surgimiento de Texis como una organización sofisticada que terminó de abrir la ruta del noroccidente y creó una poderosa microeconomía hotelera, agrícola incluso futbolística en el occidente, en 2009 se consolidó la colaboración entre esas dos organizaciones y otros grupos a través de intermediarios asentados en San Salvador (un pequeño pero poderoso cartel al que la inteligencia policial llama Maoo desde 2009).

Extracto de informe de inteligencia sobre estructuras ligadas al Cartel de Texis
El elefante del narcotráfico está aquí, sin duda, aunque el cálculo electoral o la llana connivencia sigue haciendo que el estado y los liderazgos políticos traten de ignorarlo, de hacerlo invisible. Ya, incluso, hay importantes dudas sobre el papel de estos grupos de crimen organizado en el financiamiento de campañas políticas debido a casos como los de la alcaldía de Pasaquina o los de los cuatro diputados presos o investigados por sus vínculos con el narcotráfico. Pero no hay investigaciones abiertas, ni leyes para transparentar gastos de campañas electorales, ni depuraciones institucionales; nada para evitar el crecimiento del elefante y el desfile de cucarachas. Las que si pasaron por El Salvador en 2011, según los datos de Estados Unidos, fueron entre 9 y 10 toneladas de cocaína.

*Investigador Asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos de la American University. Washington, DC.

viernes, 5 de octubre de 2012

11 preguntas para el nuevo fiscal general

La elección del nuevo fiscal general de El Salvador se entrampó. O, para individualizar la sintaxis, los partidos políticos con capacidad de influir en la elección (FMLN, ARENA y GANA) la entramparon. No parece que más tiempo signifique, en este caso, ampliar la posibilidad de que el nuevo titular de la FGR sea más independiente; al contrario: la prórroga en la elección, al estar motivada solo por la aritmética de la componenda partidaria, hace pensar más bien que la independencia, como ha sido hasta ahora, no será un activo en el despacho del responsable constitucional de investigar el delito.

Por ahora, 11 preguntas:


1. ¿Cuál es el porcentaje real de condenas que encontró en los portafolios de sus fiscales; expedientes abiertos vs. condenas firmes se entiende?

2. ¿Cuántas condenas y/o expedientes abiertos por lavado de dinero? Lo sé, la pregunta es más bien retórica, a menos que sus antecesores hayan guardado estos procesos en el más absoluto secreto para evitar dañar las investigaciones.

3. ¿Explica cuántos teléfonos se pincharon desde el centro de escuchas antes de su llegada? Sé que no puede dar nombres para no comprometer las pesquisas; quizá cuenta nada más el tipo de delitos para los que se ha usado esa herramienta y el nivel que tienen dentro de las organizaciones criminales esos a quienes están escuchando.

4. Hace casi dos meses, el jefe de la DAN, Marco Tulio Lima, dio un diagnóstico sobre el narcotráfico en el país; habló de narcomenudeo, volvió a mencionar a las pandillas... No dijo nada de las redes que contralan el tránsito de cocaína o de las que importan insumos para cortar metanfetaminas. ¿También silencio estratégico sobre los grandes casos? Y si no es así, imagino que usted completará el análisis y abrirá investigaciones de oficio para empezar a hablar en serio de combate al narcotráfico.

Operación Martillo en Honduras. Tomado de Noticiero Tucumán
5. ¿Teme que la operación martillo que el Comando Sur de Estados Unidos realiza en Honduras y Guatemala empuje aún más a los narcos hacia el noroccidente salvadoreño?

6. Esta, por el grado evidente de dificultad, explíquemela como a un niño de siete años -me robo la frase de Denzel Washington en Filadelfia-: ¿Es posible que nos pueda usted ofrecer alguna garantía de independencia tras el tumulto político que se avecina para conseguir los votos que lo pondrán en el puesto? ¿O al menos nos sorprende con un par de anuncios rápidos que nos devuelvan un poco la fe? ¿Profundizar Texis? ¿Meterle a los expedientes por corrupción en la PNC? ¿Jesuitas? Son solo un par de ideas, fiscal.


7. En 2010 su antecesor se opuso a la creación de una comisión internacional de combate al crimen organizado; el argumento fue que es el fiscal general quien tiene el monopolio de la investigación. En Guatemala, un experimento similar, la CICIG, ya dio bastantes resultados a pesar de los altibajos: investigación de jefes policiales de alto rango, investigaciones contra ex mandatarios, y, en la segunda etapa, ha aportado bastante al ministerio público guatemalteco para que empiece a dar muestras de independencia. ¿Qué le parece, visto lo visto, la idea de una versión salvadoreña?

8.  Extorsiones. Está claro que la tregua no da para tanto. ¿?

9. La penúltima: ¿Cómo va el caso de medio millón?

10. ¿Sabe algo de las pesquisas de las que habló el director de la PNC en torno al reagrupamiento de Los Perrones?

11. Perdón, la última, hoy sí: ¿Para cuándo una reunión con la fiscalía costarricense para entrarle a lo de los furgones llenos de cocaína y manejados por salvadoreños que empiezan a poblar la frontera de Peñas Blancas?

Frontera Peñas Blancas, Costa Rica-Nicaragua. Tomado de Diario La Prensa Libre de Costa Rica.